05/09/2024
La energía sostenible es aquella que cubre las necesidades energéticas actuales sin comprometer los recursos para el futuro. Este concepto no solo abarca el uso de fuentes renovables, como la solar y la eólica, sino también la eficiencia en el consumo y la accesibilidad del suministro.
A diferencia de la energía renovable, que se refiere a recursos no finitos, la energía sostenible asegura que su producción y consumo sean responsables, beneficiando a las generaciones futuras y protegiendo el medioambiente.
La transición hacia un modelo de energía sostenible es crucial para enfrentar retos globales como el cambio climático, la seguridad energética y el desarrollo socioeconómico. Este enfoque contribuye a la descarbonización, reduce la dependencia de los combustibles fósiles y genera empleo.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) destaca que la energía sostenible es clave para la reducción de la pobreza, el progreso social y el crecimiento económico, además de ser fundamental para alcanzar las metas del Acuerdo de París.
Los retos asociados con la energía sostenible incluyen la protección del medioambiente y la conservación de recursos hídricos, así como el hecho de garantizar un suministro energético diversificado y accesible.
La tecnología y la innovación son esenciales para lograr una eficiencia energética que impulse la transformación hacia un modelo energético más sostenible y equitativo.
Tipos de energías renovables
Las energías renovables, fundamentales para el futuro energético global, se distinguen por su bajo impacto ambiental y su capacidad de regeneración.
Entre ellas, la energía solar destaca por aprovechar la radiación del sol a través de células fotovoltaicas para generar electricidad y colectores solares para producir calor. Esta fuente de energía es universalmente accesible y ha experimentado un desarrollo significativo desde la crisis del petróleo en los años 70.
En paralelo, la energía eólica convierte el viento en energía cinética mediante aerogeneradores. Esta forma de energía se ha expandido tanto en tierra como en el mar, con parques eólicos que ofrecen una solución económica y ecológica para la generación de electricidad.
Aunque la construcción de parques eólicos marinos puede resultar costosa, el coste-beneficio a largo plazo y la reducción de emisiones hacen de la energía eólica una opción clave.
La energía hidráulica utiliza el movimiento del agua, ya sea por saltos, corrientes o mareas, para producir electricidad. A pesar de ser una fuente renovable y con bajo impacto en términos de contaminación, la construcción de presas puede alterar los ecosistemas acuáticos si no se gestiona adecuadamente.
La energía hidráulica aprovecha el ciclo natural del agua, haciéndola una opción sostenible, aunque con desafíos relacionados con la gestión ambiental.
La energía geotérmica se basa en el calor interno de la Tierra, que puede ser utilizado tanto para la generación de electricidad como para aplicaciones térmicas en procesos industriales y domésticos.
Este tipo de energía es especialmente valiosa en regiones volcánicas y en países en desarrollo, donde puede facilitar el secado de alimentos y la pasteurización de productos.
Adicionalmente, la energía mareomotriz y undimotriz aprovecha el movimiento del agua en el mar. La mareomotriz se basa en las mareas, mientras que la undimotriz utiliza las olas.
Ambas metodologías utilizan generadores que convierten el movimiento del agua en electricidad, contribuyendo a la diversificación de las fuentes energéticas y a la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles.
Por otro lado, la biomasa utiliza materia orgánica, como residuos vegetales y animales, para generar energía. Los digestores anaerobios convierten esta biomasa en biogás, compuesto principalmente de metano y dióxido de carbono.
Esta forma de energía renovable contribuye a la gestión de residuos y a la producción de gas sostenible.